Desde la Antigüedad, el acto creador del poeta ha sido objeto de constante reflexión por parte de filósofos, psicólogos, críticos y pensadores, pero a pesar de ello y de las diferentes teorías que se han ido generando a lo largo del tiempo, sigue siendo aún un indescifrable secreto formado por multitud de factores de todo tipo, y tan sólo puede explicarse ambiguamente desde diversos puntos de vista.
Teoría mimética
Hasta el siglo XVIII se mantuvo la teoría mimética que propugnaban Aristóteles y Platón, y que consistía en la creencia de que la creación poética surgía de una intención del hombre por imitar la realidad.
Platón nos dice que el artista reproduce la apariencia de las cosas distando tres grados de la verdad: el primero sería Dios, que crea la idea; el segundo el hombre artífice que fabrica algo con la idea; y el tercero el que recrea lo fabricado, que sería el artista.
Aristóteles añade además que la tendencia a imitar es congénita en el hombre y a su vez éste gusta de imitar, de ahí que la poesía tenga su génesis en una imitación de la naturaleza que el poeta plasma en sus poemas y representa con sus medios.
Más tarde, otros críticos seguirán las teorías de Platón y Aristóteles desarrollándolas hasta casi el siglo XVIII. Tenemos por ejemplo a Piccolomini, importante crítico italiano del siglo XVI que escribe que “la Poesía no es más que imitación, no sólo de cosas naturales o artificiales, sino principalmente de acciones, costumbres y afectos humanos”, y Tassoafirma que “la poesía es una imitación realizada en verso, de acciones humanas, hecha para enseñanza de la vida”, poniendo así a la poesía en íntimo contacto con la filosofía.
La comparación del acto creador con el espejo que refleja la realidad es común desde el Renacimiento.
Teoría expresiva
Entrado ya el siglo XVIII, la doctrina mimética comienza a sufrir duras críticas que niegan el carácter imitativo de las artes.
Empieza a tomar relevancia la personalidad del artista en el acto creador. El poema, reflejo de una realidad objetiva, se convierte en revelación de la interioridad del poeta mediante un proceso creador en que la imaginación y el sentimiento asumen una importancia fundamental. Nace así la teoría expresiva, que libera la creación artística del empirismo propio de la mimesis.
El concepto de creación adquiere, con el romanticismo, un sentido absoluto: la poesía, recobrando el significado original de su étimo griego, anhela crear un mundo y no describir o expresar el mundo. Poetas como Novalis, por ejemplo, recusan el mundo empírico efímero e ilusorio, y se erige en demiurgo de un mundo fantástico, pura creación de la magia poética: “la poesía es la auténtica realidad absoluta”. El poeta es el vidente que conoce el sentido oculto de las cosas y de los seres, que desposa el misterio, penetra en el absoluto y reinventa la realidad.
En el romanticismo, la creación poética es entendida como una aventura prometeica, luciferina, hirviente de rebeldía y desesperación, y se define por su repulsa a los modelos de la realidad. Sin embargo, la teoría expresiva todavía está íntimamente ligada a la mimesis, ya que, así como en la mimesis se imita una realidad externa objetiva, en la teoría expresiva se refleja la realidad subjetiva interna del poeta, lo cual todavía es mimesis en cierto sentido.
Se considera la emoción real experimentada por el corazón como la generatriz de la expresión poética convirtiendo el poema en una traducción fiel de las emociones del poeta.
En los primeros años del siglo XX, y con la aparición de las nuevas corrientes vanguardistas y el psicoanálisis, la teoría expresiva comienza a sufrir un profundo rechazo.
El Parnasianismo, que defiende una actitud de impasibilidad y pudor ante la vida íntima del artista, al rechazar la crudeza y el desaliño de las confesiones exaltadas, contribuye al descrédito de la teoría expresiva.
Más tarde Baudelaire y Poe serán importantes para la evolución hacia la poética moderna.
Carlos Drummond de Andrade nos dice que la confesión inmediata de los sentidos aún no es poesía. La poesía mora en el reino de las palabras “allí están los poemas que esperan ser escritos” y allí tendrá que buscarlo el poeta, sabiendo que su poema es una creación, un acto intencional, no una confesión. Es lo que constituye el concepto de ficción poética.
“El poeta es un fingidor”, nos dice Pessoa, y con ello nos remarca el carácter imaginario de la creación poética.
Os copio el poema donde habla sobre ello:
O poeta é um fingidor,
Finge tao completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir dolor
cuando de veras lo siente.
Como vemos en el último verso, no elimina el elemento existencial en el acto creador, sino que lo supera y transciende, elevándose sobre él para convertirlo en poema.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario